sábado, 12 de enero de 2013

2013


El primer tramo se hizo largo. Es primero de año. Vi cuatro películas al hilo en el colectivo: de un sujeto autista, de un pirata, de un policía en busca de venganza, otra de un sicario. En todas ellas había una mujer cautivando las almas de estos pobres diablos. Parecería que para vivir es necesario suspirar por alguien antes de extraviarse, naufragar, matar o dejarse matar. Nunca vi tantas motos en mi vida como en las puertas de los ranchos de Santiago del Estero. "El año nuevo anterior me salvaste la vida", me dijiste poco antes de mi partida. "Me había tragado una tableta de pastillas y abrí el gas de las cuatro hornallas. Ese 31 quería morirme, pero llamaste justo y me invitaste a cenar y a brindar; así que cambié de opinión". ¿Salvarte la vida? ¡Las cosas que dices! Apenas te di comida y una copa y a las 0.03 ya estabas durmiendo, mientras brillaban los fuegos artificiales. Las cosas que dices, tal vez por hallar motivos importantes para celebrar o para hacerme sentir valioso...Tu bondad no tiene límites. No así los países. Crucé frontera, cambié bandera, escribo desde el amanecer de Bolivia.

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