jueves, 25 de octubre de 2012

Acierto




Anoche me encontraba junto al fraternal Gringo Ramia, tomando whisky en la barra del bar Ángeles, hablando cosas que ni me acuerdo. Al rato entró un tipo de bigotes, pidió un Chivas sin hielo, bebió un sorbo y nos dijo: perdió Talleres. ¿Cuánto?, le pregunto. Ni idea, me responde. Y entonces, ¿cómo sabés que perdió?, retruca el Gringo. “Acabo de cruzarme un guaso con la camiseta puesta y no se imaginan la cara de ocote que traía”.
No le di mucho crédito al asunto, hasta esta mañana en que me desayuno la noticia: el albiazul efectivamente perdió uno a cero.
La comunicación gestual o no verbal, es la más primitiva pero la más sincera. Así debe haber sido en los tiempos de antaño, cuando no transmitían los partidos por tv, o no había radio en el hogar, mucho menos Internet. Para dilucidar la suerte de un resultado deportivo, en el teatro de la vida, bastaba con observar la mera expresión en el rostro de un hincha regresando de la cancha.
El paso de los años nos fue dando infinidad de medios, herramientas, aparatos, canales y, paradójicamente, cada vez se nos hizo más difícil comunicarnos los unos a los otros.
Hoy, podrías mirar a los ojos a quien sea te importe y fijarte qué te dicen. 

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