martes, 27 de septiembre de 2011

No te lo puedo creer…

¡la puta que lo parió!,

me la quiero hachar,

decía el almacenero

cuando entré a comprar.


Le amaneció el suelo

enchastrado con jugo de sandía.


De tan madura se resintió la fruta

y una herida se le abrió.


Se desangró lentamente durante la noche.


Hace tres horas que está fregando

sintiéndose un pobre guaso

y el almíbar no se le quita.


Y para colmo, la gorda que da

mandarinas de vuelto,

vos mirá si será culiada,

no lo ayuda ni bosta.







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