martes, 10 de diciembre de 2013

Póliza



a MATFRE S.A

Mi hermano me envió por mail
la nueva póliza, hace unos días,
y tengo que imprimirla.

Así no se puede andar, diría mi viejo.

Una tormenta fabulosa,
observo por la ventana
en dirección al puente.

 Arriba el cielo es marrón
como una diarrea disecada.
El viento violento espolvorea la ciudad
con la ceniza de los cerros incendiados.
(Resaca cordobesa y dominguera, 
bilis desparramada en el aire).

Debajo,
los automovilistas se apuran,
quieren llegar urgente a las cocheras.

Se pasan el semáforo de la esquina en rojo,
para evitar los daños que los seguros no cubren.
Lo observo del otro lado del vidrio:
es la naturaleza (un tercero), atropellando a la civilización.

Cientos de insectos se inmolan
contra los parabrisas,
de autos que aceleran sin piedad.

Un remisero
conduce como un pajero,
mientras detrás le hacen señas de luces
para que se apure.
¿Acaso no le importa resguardar el vehículo?,
¿Acaso es un empleado vengándose de su patrón?

A los costados,
más coches desubicados,
trepados a las baldosas,
envueltos en colchas agujeradas.

Un perro entrometido en un porche,
lamiéndose el polvo de una herida fea.
Encima de su pellejo,
pendula un cable y un foquito quemado.

Y aquella bolsa de supermercado
trae basura mientras rueda,
indomable,
con rumbo azaroso.

Las primeras gotas traspasan
la vidriera  rota
del almacén recién saqueado:
ablandan la mugre de los azulejos,
diluyen la sangre.

¡Estalla un trueno!

(Si imagino a un niño 
haciendo un barquito de papel,
acuclillado a la orilla del cordón,
es por las ganas que tengo de verlo).

Una toalla mojada
se cayó –tal vez de la terraza-
en medio del diluvio
y
sigue tirada en la vereda
porque nadie la levanta.

Se corta la luz:
la cuadra se ilumina con la baliza de un R9,
indiferente al apagón generalizado.

Acaba de estacionar enfrente,
justo debajo de la copa de un árbol,
el que se coge a la vecina del 2°B.

Parece que tiene intenciones de bajarse.

El hecho que venga a verla con este clima
-dejando el coche a la deriva,
a riesgo que el granizo le reviente el chasis-,
me da a pensar que el guaso anda encariñándose.
.


1 comentario:

  1. en medio del caos el guaso anda encariñandosé, siempre me gusta sorprenderme con esas inocencias tuyas, más allá de todo lo denso, de decirlo con toda la fuerza que merece, aparece el rescate de un gesto que nos vuelve humanos, que nos da esperanza, muchita gracia! y abrazo!

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