Llueve en Córdoba, es un lunes con bendición térmica.
De todos modos, los ciudadanos no detienen su marcha: algunos desfilan con paraguas y otros haciéndose sopa, cada cual surca su propio camino.
Llueve en la ciudad, y un cambio de clima no es motivo suficiente para dejar de lado los quehaceres y las obligaciones.
Es decir, llueve, y sin embargo la infiel se escapa igual hacia el hotel; el policía acata órdenes en la comisaría; y el abogado hace sus trámites en el juzgado.
Llueve, así es, y un tal Maxi putea en la esquina porque no consigue taxi. Y Uriel, que tiene el hijito engripado, va al almacén a comprarle miel. Llueve, claro que sí, cae agua y hace menos calor, es eso simplemente.
Me encantaría no tener que ir trabajar hoy, quedarme quieto hasta mañana mirando por la ventana; tomarme el día entero, una jornada full time, exclusivamente para pensarte.
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