Comparto el sentido de Facundo Cabral, el poeta.
A mí tampoco me dice nada que se haya caído un avión
ni lo que declaró el presidente de Estados Unidos hoy;
a mí me importa en dónde estoy.
Si el mundo es una piñata amangando a reventar
que sea mi mente una bolsa de sorpresitas.
Que escupa mi corazón cotillón al aire.
Que menos sea más en mis retinas
y un acto sencillo me llene de asombro.
Deseos mínimos para sentirme vivo.
Deseo que hoy trepe la tapia un amigo,
desde una pila de escombros,
y le arranque un limón al árbol del vecino.
Que se haga el superhéroe
y traiga un cítrico a la mesa.
Que alguien venga y me rescate,
en este día triste,
de atragantarme con una milanesa seca.
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