“El último partido de fútbol se jugó en esta Capital el día 24 de junio del ‘37. Desde aquel preciso momento, el fútbol, al igual que la vasta gama de los deportes, es un género dramático, a cargo de un solo hombre en una cabina o de actores con camiseta ante el cameraman”.
Se trata de un fragmento del conocido texto de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (con el seudónimo de H. Bustos Domecq), publicado en 1963 y titulado “Esse est percipi”, que bien anticipa el cambio que se vendría (y que se intensificaría con el paso de los años): el fútbol convertido en ficción, en relato, en espectáculo mediatizado, donde se ha perdido la esencia y el amor por el juego, donde es más crucial lo que se dice "afuera" que lo que realmente sucede "adentro".
Porque, pensemos un instante, como hinchas: ¿qué tan trascendental puede ser, en realidad, el resultado de 22 tipos en un partido?
En definitiva, quien más lo sufre es el hincha, el único actor (espectador) que no obtiene ganancias en este gran negocio sino, por el contrario, es el que pone plata a cambio de manifestar su pasión. Tan estafado en el fondo se siente (aunque no lo exteriorice), y es tan pobre lo que le ofrecen, que muchas veces se conforma con ser hincha de su propia hinchada (sí, siquiera importa lo que ocurre en cancha).
En definitiva, quien más lo sufre es el hincha, el único actor (espectador) que no obtiene ganancias en este gran negocio sino, por el contrario, es el que pone plata a cambio de manifestar su pasión. Tan estafado en el fondo se siente (aunque no lo exteriorice), y es tan pobre lo que le ofrecen, que muchas veces se conforma con ser hincha de su propia hinchada (sí, siquiera importa lo que ocurre en cancha).
Esa narrativa dominante, que tiene más peso que una simple pelota rodando, organiza a la violencia con la que concebimos el fútbol; allí entra la idea (masculina) de que los hinchas del equipo contrario son todos "putos", que hay que matarlos, que hay que ganar o morir, que irse al descenso es una vergüenza y un larguísimo etcétera de la miserable cultura del "aguante" futbolero.
Algunas de estas ideas, ya leídas en otros ensayos, las tomo del libro "Héroes, Machos y Patriotas", de Pablo Alabarces. La fotografía es del Belgrano campeón del Torneo Oficial 1940, cuando los niños podían meterse al campo y abrazar a los jugadores en una vuelta olímpica; mucho antes, claro, de que existieran las vallas, los operativos de seguridad, la paranoia, el estrellato, los autos de alta gama con vidrios polarizados que hoy conducen.
gracias amigo por estas palabras, hay que decirlas, valoro inmenso que vengan, justamente, de vos, qué bueno volver a leerte! te abrazo profundo, apretadito y fuerte, que hay luz de sobra y buen viento! la cami
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